La historia de los FPS en los esports

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Todo comenzó en la década de los 90, cuando títulos como Doom (1993) y Quake (1996) revolucionaron la forma de jugar videojuegos. Eran rápidos, brutales y requerían reflejos afilados: así nacía la era de los First Person Shooters (FPS), un género que no solo dominó las LAN parties, sino que sembró las semillas de lo que hoy llamamos esports.

Uno de los pioneros del competitivo fue Counter-Strike, nacido como un mod de Half-Life en 1999. Pronto se convirtió en el favorito de cafés internet y torneos como la CPL y ESWC, consolidando su leyenda con Counter-Strike 1.6, luego CS:GO, y ahora CS2, una evolución natural que ha mantenido viva a una de las comunidades más fieles y competitivas del mundo.

En paralelo, otros FPS fueron ganando terreno. Call of Duty dio el salto al profesionalismo con ligas como la Call of Duty League (CDL), donde equipos franquiciados y producción estilo NBA elevaron el nivel. Halo hizo historia con sus torneos de arena en consolas, y Overwatch llevó la fórmula FPS a los esports modernos con el respaldo de Blizzard y su liga global.

El género FPS también se diversificó hacia experiencias más tácticas o híbridas. Rainbow Six: Siege añadió estrategia en entornos destructibles, mientras que Valorant, de Riot Games, combinó lo mejor de CS:GO y los héroes con habilidades únicas al estilo Overwatch, abriendo nuevas fronteras competitivas y atrayendo masas.

Hoy, los FPS dominan plataformas como Twitch y YouTube Gaming, con millones de espectadores siguiendo cada headshot y clutch en eventos como IEM Katowice, BLAST Premier, Valorant Champions, o la CDL Championship. Equipos como FaZe Clan, NAVI, LOUD, y Sentinels se han convertido en marcas globales, y sus jugadores, en íconos.

Desde salones oscuros hasta estadios con luces y pantallas gigantes, la historia de los FPS en los esports es una de evolución constante, pasión y precisión. Un viaje donde cada disparo puede hacer historia.

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